Hoy una receta sencilla, de las de toda la vida y que siempre sale bien. Ya de pequeña era un plato que me gustaba mucho porque sólo tenias que pinchar y comer y estaba riquísimo. Y además llevaba tomate: el ingrediente estrella de toda alimentación infantil (y no tan infantil). Lo más importante es la calidad de los calamares. Yo normalmente lo hago con calamares frescos, pero también puede hacerse con calamares congelados, eso sí, es muy importante que sean de calidad para que nos queden tiernos.
Ingredientes:
- Calamares
- Cebolla
- Tomate Frito
- Vino blanco
- Perejil
No pongo cantidades concretas porque dependerá de la cantidad que preparéis.
Preparación:
Pelamos y cortamos la cebolla en juliana si es grande la cortamos por la mitad para que no nos quede muy larga. La ponemos a sofreír en una cazuela con un poco de aceite a fuego suave. Mientras limpiamos los calamares y los ponemos a escurrir. Cuando la cebolla esté lista añadimos el tomate frito (mejor si es hecho en casa) y le damos un par de vueltas. Incorporamos los calamares, mezclamos y dejamos cocer unos 20 minutos a fuego suave removiendo de vez en cuando y vigilando que no se sequen ni se peguen. Pasados los 20 minutos añadimos el perejil y un un poco de vino blanco, tapamos y dejamos otros 10 minutos rectificando de sal.
A mi me gusta con acompañamiento de arroz blanco pero también queda bien con unas patatas fritas o al horno. Y de lo que no se puede prescindir es de un buen pan para mojar en la salsa.
Espero que lo disfrutéis.
Carpe Diem!